miércoles, 26 de junio de 2013

Ateísmo: causas y consecuencias (versión 1940)

Ateísmo: causas y consecuencias (versión 1940):


Los años 40 del régimen franquista fueron los más duros en cuanto a represión e imposición de su ideología, fueron los “años del miedo” tal y como los definió Juan Eslava Galán en su estupenda obra. La década empezó con un apoyo manifiesto a la Alemania nazi, para darle más tarde la espalda a ésta cuando quedó claro que los aliados iban a ganar la guerra. Lo que no cambió fue el estado nacionalcatólico definido por una imposición del fascismo y del catolicismo como banderas del estado.
Criticar tanto al sistema político español como al catolicismo implicaba, como mínimo, acabar en la cárcel. Cárceles donde se imponía un sistema de “reeducación” en valores amparado por la iglesia. De igual forma la única enseñanza posible era la educación católica donde se dejaba bien claro lo que se pensaba de aquellos que no comulgaban con su credo. Los libros de religión de la época no dan lugar a engaños. Así en la obra “Apologética elemental” (1947) de la editorial Edelvives, que se empleaba como libro de educación religiosa, se daban las siguiente causas para que una persona “cayera” en el ateísmo:
La ignorancia religiosa: falta de estudios en materia religiosa.
En general, en la España de esa época se podía hablar de ignorancia a secas, ya que hasta la llegada de la II República no se hizo un serio esfuerzo por alfabetizar el país. Pero hasta pocos años antes, las únicas instituciones autorizadas para educar eran las religiosas, de ahí el altísimo número de seminarios y seminaristas existentes, por lo que esa afirmación echa piedras sobre su propio tejado.

Posteriormente hacen suyas unas palabras de Voltaire para indicar el camino que le espera a un ateo:
El ateísmo es el vicio de los tontos; es una doctrina que ha sido inventada en las últimas sucursales del infierno. El ateísmo especulativo es la necia de las locuras; y el práctico, el mayor de los crímenes
Obvian decir, como no, que Voltaire no opinaba esto, sino que, según Voltaire, eso sería lo que opinaría todo aquel que viese al ateo como una amenaza, en concreto pone este comentario en boca de un príncipe. Voltaire se caracterizó el respeto hacia las ideas de aquellos que piensan diferente de uno mismo, algo poco extendido, desgraciadamente.
La entrega a pasiones como el sensualismo, el orgullo. Curiosamente esta razón es la misma que la que manejan los fundamentalistas evangélicos sois ateos para poder pecar. Aquí hacen suyas las palabras de La Bruyeres para demostrar la depravación del ateísmo:
Quisiera ver a un hombre sobrio, moderado, casto, justo, negando la existencia de Dios: es tal, por lo menos, hablaría sin interés; pero un individuo así no se encuentra
.
Una vez “analizadas” las causas del ateísmo, se sumerge en sus consecuencias, advirtiendo lo que les puede pasar si a pesar de todo persisten en la no enmienda:
Destruye la moral. Esta idea sigue vigente, la idea de que la moral sólo puede emanar de una creencia religiosa, que sin ella no se puede construir un sistema de valores, como si los sistemas de valores de las religiones no hubiesen sido creadas por seres humanos… Pero la clave la tenemos en la explicación de este punto:
la ley, la autoridad humana y aún la misma ciencia no son suficientes, por sí solas, para decidir al hombre a que practique la moral; se precisa de una sanción, y no una cualquiera, sino eterna.
Ah, es eso, sin la amenaza de la llama eterna el humano no es moral. Sólo mediante la educación basada en un castigo eterno se llega a ser un individuo moral…. ¡qué poca imaginación a la hora de inculcar valores!
Imposibilita la existencia de la sociedad: Si Dios no existe, ¿para qué obedecer a las leyes, respetar a los demás, practicar la justicia, la caridad y las virtudes sociales?.
Esto viene de toda una declaración de principios: “Si no hubiese una sanción eterna, ¿para qué practicar el bien?”. Aquí se nos muestra el pánico que sienten a alguien que afirme que el castigo eterno no es más que un mito, un mecanismo de control. Dado que ellos sólo pueden concebir la moralidad en base a su creencia, si ésta flojea se les cae todo su castillo de naipes. De ahí que para salvaguardar el castigo eterno primero lo aseguren mediante castigos terrenales a los disidentes.
Quita todo consuelo en las penalidades de esta vida. Según este punto una persona que no cree no puede obtener jamás consuelo. De hecho:
ante los mayores sufrimientos no bastan las amorosas palabras de los amigos o las vanas promesas de los filósofos; se precisa el consuelo de un Dios que preocupa por los que sufren, trabajan y esperan a Él
Si sólo el dios católico da consuelo, 3/4 partes de la humanidad son incapaces de obtenerlo, a menos claro que hayan encontrado otro mecanismo de obtenerlo, pero ¡un momento! que esto no trascienda.


Tras este divertido análisis sobre las causas y las consecuencias del ateísmo añade: “parece que el número de ateos debería ser muy crecido y, sin embargo, fuera de alguno que otro oscuro autor de la antigüedad, su historia es muy breve”. Cachondo decir esto en un estado de sitio religioso-militar continuo (basta ver la historia de Occidente), ¡lo admirable es que haya llegado la obra de alguno de ellos hasta nosotros!
El capítulo dedicado al ateísmo se cierra con una clasificación de sus tipos. No quiero cansar con tanta demencia, pero sí presentaros uno que me ha llamado la atención: el transformismo. No tiene nada que ver con los transexuales, sino que lo definen como
es el error de los que pretender explicar con exclusión de Dios, el origen y variedades actuales de los seres vivos por medio de mutaciones de unas especies a otras.
Ramalazo creacionista en toda regla, ramalazo que a veces se escapa también a los jerarcas del catolicismo en cuanto hay un micrófono encendido de incógnito cerca de ellos.
Esta fue la enseñanza religiosa del momento, intolerancia desde el poder, sometimiento o castigo. Y esta forma de pensar era toda una ideología donde la españolidad y el catolicismo debían de conquistar el mundo. Baste leer cómo se presentaba esa idea en los libros de Formación del Espíritu Nacional:
- A España le ha cabido el honor y la enorme responsabilidad de haber sido designada por Dios para cumplir uno de los destinos en la Historia de la Humanidad
- Por su sentido de Catolicidad, de Universalidad, ganó España al mar y a la barbarie continentes desconocidos. Los ganó para incorporar a quienes los habitan a una empresa universal de salvación (José Antonio Primo de Rivera: Puntos iniciales de la Falange).
- Nuestro destino misionero y nuestra vocación son ecuménicos, universales y lo mismo se cumplieron en la Roma de Teodosio que en los Concilios Toledanos, en Granada como en Mülhberg o en las ignotas regiones del continente americano, en donde los misioneros y conquistadores españoles ganaron para Dios y para la Iglesia Católica más almas que nación alguna pueda ganar jamás en el mundo. Nuestro destino no estará totalmente cumplido mientras exista un pueblo, una nación o un hombre que necesite de nuestra influencia para conseguir el fin eterno que Dios le ha señalado.
- En el orden sobrenatural, el destino español se caracteriza por la defensa y propagación de los valores espirituales de la religión católica.
- En la psicología del pueblo español, la fe religiosa, cristiana, católica, está tan indisolublemente unida y fundida con el sentimiento nacional, que no le es nada fácil al español ser español y no ser cristiano (Garcia Morente en “Idea de Hispanidad”).
- La religiosidad es un sentimiento innato en los españoles que se manifiesta desde los primeros tiempos de nuestra Historia con la adoración que prestaban los antiguos iberos a las fuerzas naturales: el Sol, la Luna, etc. Este sentimiento constituye la esencia de los españoles, que siempre intuyó un poder superior, hasta el punto de que Séneca, el más fiel intérprete del sentir español anterior al Cristianismo, podría tomarse como un apóstol más si tuviera el misticismo de nuestra religión.
- Nuestro catolicismo es algo más que una visión ecuménica, universalista, humana. Es la proclamación de una jerarquía de valores que antepone el orden espiritual a cualquier otra instancia y que da a la vida humana un sentido trascendente, inspirado en las más puras normas evangélicas de respeto a la dignidad el hombre.
Algunas de las personas responsables de estado policial-católico siguen entre nosotros, y otros más jóvenes se han apuntado a él. Ante las críticas hacia esta mentalidad se pide respeto, y no hacerlo les parece un acto de intolerancia. Un poquito de memoria por favor.
Referencia: Aurelio Rodrigo Sospedra. Formación del Espíritu Nacional (1956) Delegación Nacional del Frente de Juventudes. Con aprobación de Ramiro López Gallego (censor) y José María –no da apellido- (Obispo Auxiliar, Vicario General). Ed. Gior.

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