La vida humana parece haber perdido su dignidad y valor. Pregúntale a un musulmán en Serbia, a un bajai en Irán, o a un cristiano en el Sudán.Observa a Jack Kevorkian ayudando a un suicida y luego cómo es abrazado como un contribuyente serio y aún valioso para nuestro discurso moral.La pregunta es inevitable. ¿Qué tiene de importante el que uno sea humano?
Hubo un tiempo en que podíamos echar la culpa de la barbarie a los paganos, a los incivilizados, o a los fanáticos.
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