Hoy me han pedido que escriba un relato. Como esas cosas no salen cuando uno quiere, he decidido explicaros algo que llevo tiempo queriendo contar aquí: como apostatar, o renunciar a la fe católica en la que seguramente todos hayáis sido bautizados. Sí, probablemente mi cabeza no funciona como debería.
¿Qué es apostatar?
La apostasía es negar la fe en Jesucristo, y por extensión en todas las creencias de la iglesia católica, que uno recibió en el bautismo. A aquel que decide apostatar se le llama apóstata, y considero que ser llamado así ya merece la pena el esfuerzo…
Pero, ojo, no vale con salir a la calle y renegar de Dios. Yo lo hago mucho y aún así sigo siendo miembro de la iglesia católica. En España está bautizada entre un 80 y un 90% de la población, a pesar de que menos de un 20% acude a misa regularmente. Todos los que hemos sido bautizados seguimos siendo miembros de la iglesia católica española, al menos a efectos estadísticos; y ello se debe a que, para la iglesia católica, el bautismo es un sacramento solemne que nos define para toda la vida como miembros de su comunidad. Es por esto que la apostasía debe realizarse por escrito, como casi todas las cosas en el mundo actual, y siguiendo un procedimiento bastante sencillo que explicaré aquí. El objetivo final es que en nuestro libro de bautismo (donde se recogen los datos de nuestro bautismo y se nos identifica, por tanto, como católicos) se anote que hemos renunciado voluntariamente a la fe católica y nos hemos desvinculado de la iglesia.
La Constitución española reconoce el derecho de todo ciudadano a escoger libremente su propia religión, o no escoger ninguna.
¿Por qué apostatar?
Hay varios motivos para renunciar a ser miembros de la secta católica, pudiendo elegir cada uno el que más le seduzca.
Para reducir la enorme cantidad de fieles con los que, teóricamente cuenta la iglesia en España, y que parecen legitimarla para recibir ayudas y subvenciones del estado con las que ni siquiera podría soñar una religión, secta u organización más minoritaria. La iglesia católica en España se financia de forma un tanto oscurantista. Después de investigar un poco sobre el tema, uno llega a la conclusión de que Estado e iglesia no están tan separados como pueda parecer. Entiendo que, siendo España un país con larga tradición católica, se potencie y cuide un legado histórico, artístico y monumental del que pocos países pueden presumir. Creo que nadie desearía ver la catedral de León o el santuario de la Santina de Covadonga convertirse en ruinas sin que nadie mueva un dedo. Pero otra cosa muy diferente es que se hagan donaciones y exenciones de impuestos a la iglesia católica por contar con un número de fieles artificialmente enorme. Al contar como católicos a todos aquellos que fueron bautizados en contra de su voluntad, siendo poco más que bebés y sin que mediase decisión consciente por su parte, la iglesia se convierte de forma lógica en la principal fuerza religiosa del país.
Para no ayudar a subvencionar a la iglesia católica y, por extensión, a todos sussecuaces siervos. Hasta 2007 (es decir, hasta ayer mismo), la iglesia gozaba de exenciones de impuestos y no pagaba el IVA. Desde entonces el gobierno le exigió que pagase el IVA. Ese año, España recibió un toque de atención diciendo que esa exención era ilegal y la cosa podría acabar en el Tribunal de Justicia de la U.E., pero seguro que eso no tuvo nada que ver. Por cierto, desde ese año se aumentó lo que recibía la iglesia cuando alguien marcaba la casillita de la declaración de la renta, del 0,5239% al 0,7%. Sería por compensar, supongo. Hoy en día el estado español aún financia en parte a la iglesia. Ahora paga el IVA, pero disfruta de otras exenciones de impuestos que, en 2009, pudieron alcanzar los casi mil millones de euros. Mil millones menos para el estado, mil millones que se ahorra la iglesia. Otros 600 millones para pagar a los que enseñan religión en centros públicos y privados. Se dona dinero a organizaciones humanitarias o sociales que, a fin de cuentas, pertenecen a la iglesia, cuando podrían subvencionarse iniciativas similares pero laicas (creando así puestos de trabajo, empresas, etc). En definitiva, se sigue financiando a la iglesia con dinero que podría ser invertido en fines más constructivos. Invito a todo aquel que posea más datos en este sentido a colaborar con este blog, ya que los estudios, tablas y opiniones abundan mucho en internet.
Para no compartir las creencias de la secta católica. Pensemos un momento en las ideas de la inmensa mayoría de los sacerdotes católicos sobre temas como el divorcio, la homosexualidad, el sexo, la ciencia (¡evolución!), la edad del universo, en fin… Y no he hablado aún de las creencias que forman la base de su fe. ¿Queremos apoyar a gentes que creen que un barco gigante llevó una pareja de cada animal existente en el mundo, que todos los seres humanos pueden descender de una única pareja o que un arbusto en llamas puede hablar? ¿Queremos dar la razón a quienes durante siglos han basado su poder terrenal en el terror que han inculcado a sus fieles sobre un imaginario mundo ultraterreno? Que cada cual evalúe si la iglesia hace al hombre más libre, más digno o más racional. No sigamos perteneciendo a una organización tan propia de tiempos medievales, por favor.
Para que nos pongan el sobrenombre “el Apóstata”. Si nos os convencen las demás razones, podéis aferraros a esta y cambiaros de paso el nombre por uno vikingo.Ragnar el Apóstata. ¿Os imagináis?
¿Cómo apostatar?
Hay que enviar una carta certificada a la parroquia donde hayamos sido bautizados. ¿No vale con mandarla a la sede central de la iglesia, o algo así?, os preguntaréis. Pues no, porque no tienen centralizados todos sus documentos y cada parroquia o iglesia guarda su propio papeleo. Por cierto, que sepáis que la iglesia católica tiene la desagradable tendencia a pasarse la Ley Orgánica de Protección de Datos por el forro.
En dicha carta dejaremos clara nuestra intención de dejar de formar parte de la iglesia católica y nuestro deseo de que al lado de nuestros datos bautismales se haga una anotación indicando dicha renuncia.
Y, ¿tengo que escribir la carta yo? ¡No, hombre! Vivimos en la sociedad de la comodidad absoluta, ¿cómo vamos a tener que hacer nada por nosotros mismos cuando ya lo ha hecho alguien antes? Aquí os dejo una bonita carta de apostasía, muy completa, elaborada por la Asociación de Ateos de Cataluña. Tan solo hay que rellenarla con nuestros datos:
Carta de apostasía (Ateus de Catalunya)
Hay más modelos de cartas de apostasía. Buscad en Google y elegid.
Tenemos que adjuntar también una fotocopia del DNI, para confirmar la identidad del remitente. Hay quien aconseja enviarla compulsada (para compulsar la fotocopia debéis acudir al Ayuntamiento de vuestra ciudad, a la Policía Nacional o a un notario; éste último os cobrará unos pocos euros), pero no es necesario.
Metemos ambos papeles en un sobre, ponemos “Referencia: Apostasía” y lo enviamos a la dirección del obispado o arzobispado del que forme parte la iglesia donde nos bautizamos, por correo certificado. Para saber a qué obispado pertenecemos, la Conferencia Episcopal ha publicado en internet una práctica lista:
Listado de Diócesis
Yo lo enviaría directamente a la atención del señor obispo/arzobispo de turno. La carta certificada cuesta 2,55 € en Correos. Aquí pueden verse las tarifas.
¡Hecho! No hace falta hacer nada más, y bajo ningún concepto debemos aceptar discutir nuestra elección con ningún sacerdote, ni que nos exijan aportar testigos, firmar en grimorios eclesiásticos ni ninguna otra chorrada que la iglesia emplea a veces como arma para disuadir a posibles apóstadas. Nuestra decisión es libre, independiente e inamovible. Unas semanas después de enviar nuestra herética misiva, podemos acercarnos a la parroquia donde nos hayamos bautizado para comprobar si al lado de nuestro nombre figura la nota que nos identifica como apóstatas. Si es así, podremos decir a pleno pulmón que no somos ya miembros de ninguna secta. Y si no es así… denunciar ante la Agencia de Protección de Datos es gratis, pero eso lo explicaré otro día.
¿Qué es apostatar?
La apostasía es negar la fe en Jesucristo, y por extensión en todas las creencias de la iglesia católica, que uno recibió en el bautismo. A aquel que decide apostatar se le llama apóstata, y considero que ser llamado así ya merece la pena el esfuerzo…
Pero, ojo, no vale con salir a la calle y renegar de Dios. Yo lo hago mucho y aún así sigo siendo miembro de la iglesia católica. En España está bautizada entre un 80 y un 90% de la población, a pesar de que menos de un 20% acude a misa regularmente. Todos los que hemos sido bautizados seguimos siendo miembros de la iglesia católica española, al menos a efectos estadísticos; y ello se debe a que, para la iglesia católica, el bautismo es un sacramento solemne que nos define para toda la vida como miembros de su comunidad. Es por esto que la apostasía debe realizarse por escrito, como casi todas las cosas en el mundo actual, y siguiendo un procedimiento bastante sencillo que explicaré aquí. El objetivo final es que en nuestro libro de bautismo (donde se recogen los datos de nuestro bautismo y se nos identifica, por tanto, como católicos) se anote que hemos renunciado voluntariamente a la fe católica y nos hemos desvinculado de la iglesia.
La Constitución española reconoce el derecho de todo ciudadano a escoger libremente su propia religión, o no escoger ninguna.
¿Por qué apostatar?
Hay varios motivos para renunciar a ser miembros de la secta católica, pudiendo elegir cada uno el que más le seduzca.
Para reducir la enorme cantidad de fieles con los que, teóricamente cuenta la iglesia en España, y que parecen legitimarla para recibir ayudas y subvenciones del estado con las que ni siquiera podría soñar una religión, secta u organización más minoritaria. La iglesia católica en España se financia de forma un tanto oscurantista. Después de investigar un poco sobre el tema, uno llega a la conclusión de que Estado e iglesia no están tan separados como pueda parecer. Entiendo que, siendo España un país con larga tradición católica, se potencie y cuide un legado histórico, artístico y monumental del que pocos países pueden presumir. Creo que nadie desearía ver la catedral de León o el santuario de la Santina de Covadonga convertirse en ruinas sin que nadie mueva un dedo. Pero otra cosa muy diferente es que se hagan donaciones y exenciones de impuestos a la iglesia católica por contar con un número de fieles artificialmente enorme. Al contar como católicos a todos aquellos que fueron bautizados en contra de su voluntad, siendo poco más que bebés y sin que mediase decisión consciente por su parte, la iglesia se convierte de forma lógica en la principal fuerza religiosa del país.
Para no ayudar a subvencionar a la iglesia católica y, por extensión, a todos sus
Para no compartir las creencias de la secta católica. Pensemos un momento en las ideas de la inmensa mayoría de los sacerdotes católicos sobre temas como el divorcio, la homosexualidad, el sexo, la ciencia (¡evolución!), la edad del universo, en fin… Y no he hablado aún de las creencias que forman la base de su fe. ¿Queremos apoyar a gentes que creen que un barco gigante llevó una pareja de cada animal existente en el mundo, que todos los seres humanos pueden descender de una única pareja o que un arbusto en llamas puede hablar? ¿Queremos dar la razón a quienes durante siglos han basado su poder terrenal en el terror que han inculcado a sus fieles sobre un imaginario mundo ultraterreno? Que cada cual evalúe si la iglesia hace al hombre más libre, más digno o más racional. No sigamos perteneciendo a una organización tan propia de tiempos medievales, por favor.
Para que nos pongan el sobrenombre “el Apóstata”. Si nos os convencen las demás razones, podéis aferraros a esta y cambiaros de paso el nombre por uno vikingo.Ragnar el Apóstata. ¿Os imagináis?
¿Cómo apostatar?
Hay que enviar una carta certificada a la parroquia donde hayamos sido bautizados. ¿No vale con mandarla a la sede central de la iglesia, o algo así?, os preguntaréis. Pues no, porque no tienen centralizados todos sus documentos y cada parroquia o iglesia guarda su propio papeleo. Por cierto, que sepáis que la iglesia católica tiene la desagradable tendencia a pasarse la Ley Orgánica de Protección de Datos por el forro.
En dicha carta dejaremos clara nuestra intención de dejar de formar parte de la iglesia católica y nuestro deseo de que al lado de nuestros datos bautismales se haga una anotación indicando dicha renuncia.
Y, ¿tengo que escribir la carta yo? ¡No, hombre! Vivimos en la sociedad de la comodidad absoluta, ¿cómo vamos a tener que hacer nada por nosotros mismos cuando ya lo ha hecho alguien antes? Aquí os dejo una bonita carta de apostasía, muy completa, elaborada por la Asociación de Ateos de Cataluña. Tan solo hay que rellenarla con nuestros datos:
Carta de apostasía (Ateus de Catalunya)
Hay más modelos de cartas de apostasía. Buscad en Google y elegid.
Tenemos que adjuntar también una fotocopia del DNI, para confirmar la identidad del remitente. Hay quien aconseja enviarla compulsada (para compulsar la fotocopia debéis acudir al Ayuntamiento de vuestra ciudad, a la Policía Nacional o a un notario; éste último os cobrará unos pocos euros), pero no es necesario.
Metemos ambos papeles en un sobre, ponemos “Referencia: Apostasía” y lo enviamos a la dirección del obispado o arzobispado del que forme parte la iglesia donde nos bautizamos, por correo certificado. Para saber a qué obispado pertenecemos, la Conferencia Episcopal ha publicado en internet una práctica lista:
Listado de Diócesis
Yo lo enviaría directamente a la atención del señor obispo/arzobispo de turno. La carta certificada cuesta 2,55 € en Correos. Aquí pueden verse las tarifas.
¡Hecho! No hace falta hacer nada más, y bajo ningún concepto debemos aceptar discutir nuestra elección con ningún sacerdote, ni que nos exijan aportar testigos, firmar en grimorios eclesiásticos ni ninguna otra chorrada que la iglesia emplea a veces como arma para disuadir a posibles apóstadas. Nuestra decisión es libre, independiente e inamovible. Unas semanas después de enviar nuestra herética misiva, podemos acercarnos a la parroquia donde nos hayamos bautizado para comprobar si al lado de nuestro nombre figura la nota que nos identifica como apóstatas. Si es así, podremos decir a pleno pulmón que no somos ya miembros de ninguna secta. Y si no es así… denunciar ante la Agencia de Protección de Datos es gratis, pero eso lo explicaré otro día.
Mas información aquí, y en millones de sitios más.
ACTUALIZACIÓN: instantes después de publicar esto, leo la interesante opinión del obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez. La noticia, aquí. El obispo afirma que hay menores de edad que "están perfectamente de acuerdo" con los abusos sexuales, e incluso "si te descuidas, te provocan". Ojo al salir este verano, que entre tanto bañador y camiseta de tirantes, podemos encontrarnos repentinamente violando a un provocador prepúber. Añadid esta a las razones que citaba arriba, por favor...
PETICIÓN: si alguien se anima, y estoy seguro de que alguien lo hará, ¡que deje un comentario con su experiencia!
ACTUALIZACIÓN: instantes después de publicar esto, leo la interesante opinión del obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez. La noticia, aquí. El obispo afirma que hay menores de edad que "están perfectamente de acuerdo" con los abusos sexuales, e incluso "si te descuidas, te provocan". Ojo al salir este verano, que entre tanto bañador y camiseta de tirantes, podemos encontrarnos repentinamente violando a un provocador prepúber. Añadid esta a las razones que citaba arriba, por favor...
PETICIÓN: si alguien se anima, y estoy seguro de que alguien lo hará, ¡que deje un comentario con su experiencia!
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