Los apóstoles deben ser doce de las personas más famosas de la historia. Se nos dice que fueron escogidos por Jesús para presenciar sus maravillas, aprender sus enseñanzas sublimes, y llevar las buenas nuevas de su reino hasta los confines de la tierra.
Lo que se hace aún más sorprendente es que no sabemos casi nada de ellos. Incluso no podemos estar seguros ni siquiera de sus nombres reales.
Es evidente que si los doce personajes eran realmente históricos y con un papel tan importante en la fundación y el crecimiento de la Iglesia, no debería haber una confusión tan salvaje sobre la cuestión fundamental de quiénes eran realmente.
Pero ¿qué sabemos acerca de cualquiera de ellos?
¿Doce hombres buenos y verdaderos?
Lo cierto es que solo de siete de los doce apóstoles, nuestra única fuente son los Evangelios que no dicen casi nada sobre ellos. Son sólo nombres en una lista.
¿No es un poco extraño que si el Espíritu Santo les otorgó poderes para sanar a los enfermos y echar fuera demonios, no exista nada de esto en las escrituras, o no tenían nada escrito por ellos mismos relatando sus obras como prueba de fe? ¿No es extraño que los hombres elegidos para ser testigos presenciales de los hechos poderosos de Jesús, no existen declaraciones por parte de testigos oculares, no dejaron sermones, ni memorias, ni cartas, ni enseñanzas, ni siquiera palabras concisas de aliento?
Todo lo que tenemos acerca de "los doce" son leyendas e historias contradictorias y fantásticas a partir de fechas muy posteriores, grandes historias sobre lo que fueron e hicieron, y sobre todo la forma en que murieron. Sus muertes, al parecer, se han registrado con amorosos t espeluznantes detalles. Y es la muerte gráfica de los discípulos que resuelve el enigma. Y claro, todos hemos escuchado el reclamo de disculpa por parte de los Creyentes: “Ellos no pudieron haber muerto por una mentira… Por lo tanto la historia de Jesús tiene que ser verdad”
Pero todos sabemos lo útil que es un mártir muerto para una causa, incluso si es una ficción. En el caso de Jesús, los doce son una ficción, creados en un entorno necesario para un dios del sol, pasando por las doce constelaciones del zodíaco. Al igual que otros dioses salvadores, Jesús tuvo que tener su séquito.
La verdad es que los doce discípulos son una invención sucia y sórdida.
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Todo el silencio con respecto a la carrera terrenal del Jesús-hombre, se amplifica con el silencio que rodea a todos sus compañeros y la mayoría de los lugares en los que se supone que han realizado sus maravillas. Si bien es indiscutible que Augusto César y que Poncio Pilato existieron en la época en que se supone que ha vivido Jesús, y que Jerusalén ciertamente existía (y fue llamada por ese nombre)… no hay ningún registro secular donde se encuentre información de los doce discípulos, los doce apóstoles, Santa María, San José, San Pablo, San Esteban, o la gran mayoría de los personajes de los evangelios y el resto de los escritos conservados en el Nuevo Testamento.
Los Doce Ficticios.
Entre los muchos personajes imaginarios del Nuevo Testamento, tal vez las más descaradamente obvia ficción son los doce discípulos. Por supuesto, si Jesús era un dios-sol (nacido en el solsticio de invierno y adorado el domingo… ¡Que casual!), de seguro habría necesitado doce cómplices del zodíaco, una para cada mes del año, o uno por cada signo del zodiaco a través del cual el sol hace su viaje a través de ellos. No es de extrañar que la mayoría de los discípulos sean solo meros nombres (que no son siempre los mismos nombres de Evangelio en Evangelio) y sólo unos pocos tienen un carácter definible. Por otra parte, parece que algunos evangelistas han tenido problemas para dar con suficientes nombres para completar los doce (aunque los autores de los evangelios de Marcos y Lucas lo lograron), mediante la combinación de las tres historias por separado sobre los discípulos y apóstoles, ¡para llegar a dar inclusive hasta con trece nombres!
A pesar de que Mateo y Lucas son conocidos por haber copiado el entorno narrativo del evangelio de Marcos, es interesante observar que sus listas de discípulos (o apóstoles) no coinciden exactamente con Marcos. El Tadeo de Marcos es Lebeo en Mateo (Nunca más se vuelve a nombrar “Lebeo” en la Biblia). Los intentos de armonizar esta diferencia resultaron en manuscritos posteriores de la lista de Mateo (Donde Lebeo fue colocado como sinónimo de Tadeo) un cambio que fue trasladado de nuevo más tarde a los manuscritos de Marcos también. De seguro la armonización de estas fallas surgieron de la necesidad de hacer lo más real y creíble posible la leyenda y la ficción. Esta opinión se ve reforzada por el hecho de que tanto Lebeo y Tadeo faltan en Lucas, donde tiene lugar un misterioso Judas hermano de Jacobo. Y, por supuesto, Lebeo, Tadeo, Judas hermano de Jacobo, y Jacobo, ¡los cuatro están desaparecidos en el evangelio de Juan!!!! (de hecho ningún Jacobo en nombrado en Juan). Para compensar el defecto, Juan da a Jesús un discípulo llamado Natanael, un hombre desconocido en los otros evangelios. (De hecho, incluso los evangelios apócrifos están desprovistos de Natanael hasta el siglo VI)
Es increíble, pero el evangelio de Juan no hace ninguna mención de cualquier discípulo llamado Juan (a pesar de un Juan ayuda a compensar la cuenta de doce o trece en los otros tres evangelios oficiales). Pero entonces, el evangelio de Juan no tiene Bartolomé, ni Mateo, ni Jacobo hijo de Alfeo, ni Simón el Cananeo. Ni tiene ningún Simón Zelotes, ni Leví hijo de Alfeo, ni Mateo el publicano (recaudador de impuestos). Es un poco sorprendente descubrir que los evangelios que tiene a Leví y a Mateo como si fuesen una misma persona (Marcos 2,14).
Fuente:
David Farmer, Oxford Dictionary of Saints
Frank R. Zindler, The twelve: Further fictions from the New Testament.
Michael Walsh, Roots of Christianity
Helen Ellerbe, The Dark Side of Christian History
Ver: Como crear una Iglesia con Discípulos Ficticios
Ver: Jesús no Existió. Introducción.
Ver Artículos sobre: Jesús
Ver Sección: Análisis Bíblico.
"Ser cristiano implica odiar la inteligencia, el orgullo, la valentía, la libertad, el libertinaje del espíritu; odiar los sentidos, el gozo sensual, el placer en cuanto tal." Friedrich Nietzsche
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