Iniciar el proceso de canonización supone un desembolso de 150.000 euros a los familiares
Sociedad – 19/08/2005 0:00
Autor: Virginia Drake
Fuente: webislam
Seguro que nadie se ha preguntado por que uno es santo y otro no. Si, si, ya se que lo saben, pero lo que seguramente no saben es el proceso de canonización y beatificación además de los sustanciosos ingresos que le supone a la Iglesia.
De los 144.000 santos del Apocalipsis a los los 1.260 de la Iglesia Católica desde el s. X va una diferencia sustancial en cuanto a ingresos, aparte de los costoso que le supone a veces a la familia del supuesto santo su canonización, está el negocio propio que la Iglesia saca a la postre.
Solo es necesario darse una vuelta por el Vaticano, Lourdes y otros centros de santos para ver el el dinero que mueve la santidad de esos hombres y mujeres.Según la Iglesia, todo creyente está llamado a santidad desde que se bautizó, y según el padre agustino Rafael Pérez (exFiscal General de la Congregación de Causas de los Santos) “todos podemos ser santos y si la Iglesia no saca Santos, mejor es que cierre” [1].
Efectivamente, mejor sería que cerrase si es como dice el padre Badrinas: “Para iniciar el proceso yo suelo pedir a la familia o a la institución que lo solicite que aporte alrededor de 20 millones de pesetas a una sociedad o fundación creada para cubrir los gastos de la causa” [1]
Esos gastos que se refieren son: informáticos, de material, de imprenta, los viajes, traslados y manutención de los testigos, etc. [1] Como veis unos grandes gastos como para llegar a los 20 millones de pesetas, eso si, se pide, no se ordena.
El actual Papa de la Iglesia Católica Romana como buen estadista ha canonizado y beatificado mas santos que ninguno en la historia. Ceremonias masivas de 100 y 200 siervos a la vez. Una guinda que no se quiere perder y si examinamos las palabras del padre Bradrinas y las del exFiscal General de la Congregación de Causas de los Santos, un negocio opíparo para la Iglesia.
Hoy en día es tan lucrativo ser santo que no importa el origen, cualquiera puede serlo. Ya no es como antes del siglo XVI donde obispos, emperadores y papas ya eran santos a la hora de morir y como tales obtenían culto por parte de los fieles.
Hoy un gitano es santo (Ceferino Giménez Malla), lo beatificó Juan Pablo II el 4 de mayo de 1997, 120 mártires en China, etc… y es que lo que antes no era válido, ahora es un manantial inacabable.
Según Virginia Drake, la Iglesia Católica tiene en cuenta lo siguiente, según las estadísticas del ‘Libro de los Santos’:
Origen. La mayoría de los 1.260 santos desde el siglo X son por este orden, italianos, franceses y españoles, seguidos por alemanes, ingleses, austro-húngaros y belgas.
Sexo. Por cada cinco santos, sólo se contabiliza una mujer (20%).Profesión. Papas, cardenales y obispos. Además de religiosos de todas las órdenes.
Fama de santidad. La Iglesia considera que en el sensu fideles, en el sentido de los fieles, siempre hay una manifestación del Espíritu Santo.
Presencia divina. Es el hecho de que una persona haya cumplido en todo momento lo que Dios le ha pedido, una persona en la que se manifiesta la presencia de Dios.
Trayectoria vital. Los últimos diez años de la vida del candidato a santo es lo que más se valora.
Actitud ante la muerte. La forma de morir es importante.
Como vemos con esos puntos, la gran mayoría de santos del santoral de la Iglesia Católica, serían auténticos candidatos para el averno, un caso contradictorio sería la canonización de Pío IX y su polémica junto a Juan XIII, pero no hace falta ir mas lejos.
Seguro que encontraríamos ‘santos’ que mas que presencia divina, había otra presencia. Da igual que Francisco de Asís tuviese una juventud movida, aplicando la trayectoria vital como comodín en el santoral. Y si nos referimos a los emperadores santificados, esos puntos mencionados anteriormente caen por el peso de la historia.
Los doce pasos hacia la santidad:
1. Financiación de la causa. El interesado ha de financiar la causa y garantizar el proceso aún después de su muerte, ya sea una fundación o persona.
2. Un postulador ha de elaborar un informe. Normalmente un sacerdote especializado en ello y nombrado por el interesado.
3. El obispo solicita información. Hace un informe para solicitar a los fieles de la diócesis el apoyo o la negación a tal santificación. Después nombrará un tribunal que instruirá el sumario. El proceso se transforma en judicial.
4. Permiso de la Santa Sede. El obispo solicita permiso a la Santa Sede
5. Composición del tribunal. Formado por tres personas, juez (que viene a ser el delegado del obispo de la diócesis), promotor de Justicia (parecido a un fiscal) y un notario.
6. Sesión de apertura. El obispo redacta un decreto de introducción público. Se toma juramentos a peritos, miembros del tribunal y postulador.
7. Investigación de los peritos. Investigan la vida del supuesto santo.
8. Instrucción del sumario. Se trata de un sumario mas completo que el anterior, en éste son interrogados los testigos.
9. Comienzo del proceso, ‘positio’. El fiscal nombra ocho consultores.
10. Dos votaciones. Los consultores estudian la causa y votan su continuidad o no.
11. Autorización. Si se consigue al menos la mayoría simple en la segunda votación la causa se presenta al Papa.
12. Nombramiento por el Papa.
La Santa Sede solo le interesa la canonización y beatificación del mayor número de candidatos ante el declive y la baja de fieles, no le importa el pasado, los hechos políticos, acciones militares, si son dictadores, según ella, solo juzga las virtudes. Y es que el negocio no se puede perder, recordemos las palabras de el padre agustino Rafael Pérez (ex Fiscal General de la Congregación de Causas de los Santos) “todos podemos ser santos y si la Iglesia no saca Santos, mejor es que cierre”.
Evidentemente si la Iglesia no es santa, a cerrar, pero aunque se mantenga medianamente abierta, sigue sin ser santa.
Ahora me acuerdo de un comentario que hubo en Internet donde se analizaba la importancia y la auténtica definición de la apostasía. Un beato, un fiel de lo más integrista llegó a afirmar que a la Iglesia no le importa, ni le afecta la apostasía. Evidentemente si han leído bien desde el principio, se habrán dado cuenta que el mayor requisito para ser santo es estar bautizado y si usted es apostata, por muy ‘santo varón o santa mujer’ que sea, nunca llegará al pedestal de la Iglesia, y por supuesto, ni la Iglesia se nutrirá de sus caudales, o mejor dicho, del dinero de sus descendientes.
Lo dicho, que sean santos pero sin dar un euro y menos al poder religioso y recaudatorio de la Iglesia.
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